Camboya, en el sudeste asiático comienza a surgir como destino turístico a pesar del alto nivel de pobreza. Surge con uno de los puntos que comienzan a crecer, se trata de las ruinas de Angkor, llegando desde Siem Reap, un pueblo en el que sus habitantes quedan embelesados con el turista que llega para conocer las ruinas de Angkor, usando como medio de transporte el tuk tuk para recorrer 8 kilómetros hasta llegar a la grandeza de las ruinas, monumentos de gran espectacularidad considerados por muchos como la octava maravilla del mundo.
Bajo una temperatura cercana a los 40°C se llega al primero de los templos, el Angkor Wat de ochocientos metros de muros con bajo relieves que dan cuenta de la batalla entre los demonios y los dioses con sus inscripciones e historias talladas.
Siguiendo tres kilómetros adelante, mediante hidratación con agua y frutas como la banana, el ananá y el mago, vendidas por la gente del lugar se llega a Angkor TOM con 216 rostros gigantes, son rocas esculpidas a mano parecidas al rey Jayavarman VII.
Tres kilómetros más para llegar a Ta Prohm. Con un intenso colorido bajo las sombras de los árboles que parecen atrapar las ruinas en medio de los colores de la naturaleza, mientras que de pronto pueden aparecer los monjes vestidos con túnicas anaranjadas u ocre convirtiendo la imaginación en alucinaciones embriagadas de colores.
Los relatos de las ruinas de Angkor afirman que es un paraíso de Camboya poco conocido pero que se encuentra en permanente crecimiento turístico como uno de los destinos turísticos segmentados como histórico para disfrutar de la naturaleza y de todo lo que pueden inspirar las ruinas a nuestra imaginación rodeados de historia en un país que sufrió una gran tragedia pero que de a poco puede surgir como el ave fénix.
Así es Camboya, un país del sudeste asiático con sus cada vez más famosas ruinas de Angkor, un lugar para tener en cuenta a la hora de planear un viaje de placer para conocer un destino distinto que deje la sensación de haber estado dentro de un sueño.
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