Si hay algún país en el sudeste asiático que aún siga conservando su esencia y en el que parezca que el turismo no ha ejercido su poder transformador ese es Laos.
Situado entre China, Myanmar, Camboya y Tailandia, Laos es un gran desconocido para muchos turistas que sólo visitan un pequeño número de destinos debido a la dificultad e incomodidades que supone desplazarse por él.
Salpicada a lo ancho y largo de su geografía por multitud de templos budistas de todo tipo hay que destacar Luang Prabang, una de las pocas ciudades turísticas del país. En esta población situada a orillas del impresionante rio Mekong se pueden visitar decenas de templos, disfrutar de gastronomía típica del país, así como occidental, y visitar uno de los mercados artesanales más variados, bonitos y baratos del país.
Uno de los alicientes de dicho mercado es que todo el dinero invertido en el va directamente a las aldeas y villas en las que se confeccionan y fabrican las artesanías, sin intermediarios y contribuyendo directamente al desarrollo y mejora de sus condiciones de vida.
La capital del país, Vientiane, es otro de los destinos comunes. Famosa también por sus templos, aunque no tan encantadora y acogedora como Luang Prabang, es la ciudad más desarrollada del país aunque no se acerque ni de lejos a las grandes ciudades de los países vecinos como Bangkok, Hong Kong, Singapur o Kuala Lumpur.
No está mal para hacer una parada de camino al sur del país, pero se trata de una ciudad en la que el alojamiento, comida y transporte es caro y no tiene grandes cosas que ofrecer.
No obstante una visita recomendable que hacer si se pasa un par de días en ella es el Buddha Park.
Pero los lugares más recomendables del país son los menos turísticos, es decir, el extremo norte y el sur. La mayoría de los turistas y mochileros que pasan por el sudeste asiático suelen viajar desde la frontera de Tailandia directamente hasta Luang Prabang, en el centro del país, saltando toda la parte norte. El motivo no es otro que las infraestructuras, o más bien la ausencia de ellas.
El norte del país es una red de vías pecuarias sin asfaltar por las que transitan carros, animales, motos, y autobuses arcaicos que nunca se llenan (literalmente la gente se sienta donde puede, incluyendo el techo) y que tardan una media de 12 horas en hacer 200 km.
Si a eso sumamos el hecho de que esas 12 horas las puedes pasar de pie dentro del autobús, sentado en un saco de arroz o con alguien sentado encima, hace que mucha gente no quiera visitar esa parte del país.
Sin embargo he de decir que, ataques de ansiedad aparte, es una de las experiencias más increíbles y enriquecedoras que se pueden tener de viaje por estos países y el motivo es sencillamente que como allí no llega apenas turismo puedes experimentar y ver realmente cómo vive la gente.
Desde Pongsali se pueden hacer rutas de varios días andando por bosques y secanos visitando aldeas nativas de gente que rara vez ha visto a un extranjero en su vida y pasar tiempo con ellos no tiene precio. Y en el caso del norte de Laos es de verdad una experiencia.
A diferencia de países como Tailandia, en los que te venden actividades únicas cuando no queda nada que sea auténtico porque todo esta increíblemente transformado por el turismo, en Laos aún quedan especiales y puros aunque cueste mucho llegar a ellos.
Y merece la pena llegar porque además de ser una experiencia humana increíble, el dinero invertido en estas escasas rutas va directamente a todas las aldeas visitadas, ayudando directamente a gente que realmente lo necesita.
Y como última recomendación, después de recorrer el país de norte a sur, una última parada en Si Phan Don (4000 Islas). En esta parte el Rio Mekong, el gran rio del sudeste asiático, alcanza los 10 km de ancho, dando lugar a multitud de pequeñas islas.
Las 3 islas más grandes son habitables y de hecho un lugar estupendo para alquilar cabañas individuales sobre el rio por 2 o 3€ al día. Tener un poco de relax como última parada en el país paseando en bici por ellas, visitando cascadas o simplemente leyendo y bañándote es la mejor manera de hacer balanza y asimilar las experiencias humanas y los tesoros visitados en este pequeño y desconocido país en el corazón del sudeste asiático.
La verdad es que ese par de días en Vientiane van a ser demasiados… Como dices hay muy poco que ver (casi nada) y el Buddha Park se ve muy rápido (vamos, para ir en una mañana).
Si se va con los días justos, sólo como opinión, pasar allí un día es más que suficiente.
Un saludo desde Bangkok.