La práctica del tatuaje nació hace unos 1500 años en las islas Marquesas un archipiélago en la Polinesia Francesa, desde donde se extendió por toda la Polinesia y en Tahití y sus Islas. En sus inicios estas imágenes sobre la piel eran concebidas como símbolo de belleza para muy pronto convertirse en un indispensable en la civilización, tanto para los hombres como para las mujeres.
Se trata de tatuajes que alcanzan la categoría de forma de expresión puesto que simbolizan la personalidad y en algún caso incluso representan momentos únicos en la vida llegando a narrar una historia. La elección de los temas, así como la delicadeza y estilo del trazo realizado, indicaban en muchos casos el rango social y el linaje o la procedencia de uno u otro archipiélago.
El respeto por este arte ha sido tal, que en la antigüedad, solo los sacerdotes Tahua Tatau podían trabajar el arte del tatuaje, entendido como arte divino. Éstos, recibían un gran respeto por parte de la sociedad, así como grandes regalos. Ellos eran los encargados de elaborar los tatuajes en la propia casa de los jóvenes, cuando éstos se encontraban en la edad adecuada para hacerse tatuar.
Actualmente existen varias modalidades para realizar el tatuaje, no obstante, la más antigua y propia de la zona se realiza mediante el «ta». Es un instrumento hecho de hueso, nácar o incluso escama de tortuga, en forma de peine con varios dientes, enlazado a un mango de madera. Con los dientes del peine se realizan pequeñas incisiones dando paso así a la tinta que formará los grabados.
Hoy en día, el tatuaje ya está de moda en todo el mundo y en Tahití y sus Islas continúan la tradición como rasgo cultural, estético y también como negocio, pues es posible hacerse tatuar en varias islas bajo procedimientos modernos muy fiables.
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